La obra Ejercicios de Espera de Francisca Aninat (1979) mucho más allá de expresar un valor paternal que el arte pudiera tener en relación a la producción de objetos carentes de utilidad práctica, actúa abiertamente como un trabajo de experiencia. Objetos fabricados por mujeres mientras esperan largas horas para ser atendidas en hospitales o reparticiones públicas de Santiago.
Estos trabajos, producto de las horas de ocio y del tiempo han tomado como punto de partida el trabajo realizado por las Arpilleristas de la Vicaría de la Solidaridad, quienes desde los primeros días de la dictadura relataron en sus obras textiles, sus vivencias, sus anhelos y su lucha irrestricta contra la violencia del régimen militar de Pinochet.
Este marco histórico es en cierta forma el contexto más visible de esta obra, pues define con nitidez la resistencia femenina a la violencia institucional de la época. Sin embargo, esta la lucha nunca planteó la emancipación del espacio doméstico. Siempre, incluso en los momentos de mayor represión, el rol de la mujer fue puesto en un lugar secundario en términos políticos, por tal motivo, las organizaciones de mujeres durante la dictadura estuvieron ligadas principalmente a la recuperación de información y a la obtención de datos concretos sobre los cuerpos de sus maridos e hijos detenidos desaparecidos.
Por otro lado, organizaciones como CEMA Chile (Centros de Madres de Chile) crearon un espacio de concientización ideológico nacionalista que ocupó muchos espacios que el mundo sindical y popular había ocupado con éxito y que durante todos los años de la dictadura perdió a manos de los organismos de propaganda de la dictadura.
Es sobre este terreno, con ambas referencias, donde la obra de Francisca Aninat se mueve transversalmente para reorientarse en significados que hacen de la ocupación del tiempo, un espacio que “hay que soportar y no asimilar”, es decir, un lugar que condiciona y define una experiencia ralentada y lánguida por definición.
El trabajo para ocupar el tiempo consiste en la fabricación de variadas piezas de materiales textiles, exhibidas sobre una larga superficie, que han sido realizadas en forma aleatoria, sin un objetivo preciso y sin el propósito fundamental de ser definidos como piezas de arte. En palabras de Aninat, “hasta ahora se ha articulado (la obra) como la experiencia de hacer un objeto sin acabar de entenderlo…”. Este método de trabajo o de acercamiento a un espacio restringido de relaciones sociales, manifiesta desde el punto de vista de la artista, por un lado una voluntad por crear un espacio de convivencia, una micro comunidad femenina y al mismo tiempo, construye una precisa distancia que no tiene más objetivos que hacer visibles las horas en que aquellos objetos fueron construidos. Es en cierta forma el mismo tipo de reemplazo simbólico que debe hacerse al leer las Arpilleras de la Vicaría: no son bellas en si mismas Quizás una arpillerista lee esto y te mata!, sino el tiempo empleado en cada puntada.
Extracto, 2011.