la calle donde nací
vivíamos alrededor de la marea
mi casa era como un puente
todo de madera
había doce habitaciones
recuerdo la tierra
tres días y medio
caminatas nocturnas
avenida las palomas
Madrugada
Francisca Aninat 2018
Las obras de Francisca Aninat contienen una poética que habla de la presencia-ausencia de objetos, su fragilidad y huella de un tiempo pasado que ha sido testigo de experiencias y relatos. Objetos que se articulan como huellas y vestigios de momentos, un “tiempo muerto” (Aninat 54) que se re-significa a través del gesto de la artista. Aninat hace visible aquellos tiempos muertos que forman parte del cotidiano de personas y de sus comunidades latinoamericanas.
La artista transita entre un lenguaje que propone una nueva lectura de la pintura y su destrucción poética que ha ido encontrado nuevos matices en un diálogo constante entre la presencia y ausencia de objetos. Estos objetos no sólo han ido desplazando el lenguaje clásico de la pintura, sino que han sido creados con los mismos elementos primarios de la tela. Estas materialidades han sido elegidas y pensadas por la artista en el ejercicio de invitar a pacientes de las salas de espera del Hospital San Juan de Dios a crear, de manera espontánea, sus propios objetos.
El conjunto de estos objetos creados es re-pensado y re-significado por la artista, quien propone nuevos recorridos y lecturas de lo individual y lo colectivo. En esta designación o interpelación de cada objeto creado y el nuevo espacio que le otorga la artista, aparece el sujeto, no como presencia, sino como “esbozo transitorio” (Oyarzún 96) en una reflexión y cuestionamiento hacia la comunidad y el espectador como testigo.
En Ejercicios de espera, Aninat invita a los pacientes a participar en la creación de objetos pequeños, a modo de miniaturas poéticas que recuerdan a las miniaturas descritas por Gastón Bachellard como objetos imaginados que contienen en su mínimo tamaño un todo de experiencias y pensamientos propios de cada sujeto.
Cada sujeto crea estos objetos en silencio, en la sala de espera que se constituye como un tiempo muerto en cuya atmósfera implícita de respeto, paciencia y ansiedad conviven comunidades que construyen tanto un relato individual como colectivo en este gesto artístico.
Avenida Las Palomas contiene la misma sutil poética de la miniatura, el plano dibujado.
Cada libro contiene en su interior diez cianotipias únicas dibujadas por los entrevistados de Francisca Aninat en las cocinerías aledañas a la Plaza de Armas de Santiago.
El libro incluye textos transcritos por Aninat en sus entrevistas. En él, frases y palabras han sido resaltados por la artista de manera sutil, página a página, como si el todo se constituyera finalmente a modo de sutil poesía. Las cianotipias, cada una de ellas con dibujos de espacios recordados; casa, pieza, ciudad, se activan como recuerdos en estas imágenes que presentan un espacio de un pasado real, imaginado y recordado. Estos espacios se presentan como huellas fotográficas, como si el registro de la memoria se imprimiera de manera fidedigna en la emulsión fotográfica. Una impresión de la huella de luz, la huella-recuerdo en la memoria de los entrevistados que aparece en el libro como un archivo.
Las obras de los inicios de Aninat re-significan el propio lenguaje de sus pinturas fragmentadas, rasgadas, hilvanadas que evidencian el distanciamiento o desplazamiento del academicismo hacia el lenguaje mismo de la pintura y su materialidad. No se trata de un gesto rupturista, vanguardista, sino pinturas que contienen su propia temporalidad en la distancia propuesta, un desplazamiento según el cual el bastidor ya no es un soporte clásico, sino un material que permite una nueva lectura de la pintura desde la presencia-ausencia de ella misma.
En este transitar, la artista comienza a desplazar la bidimensionalidad de la tela por objetos que se van distanciando del cuestionamiento pictórico para trasladarlo y re-significarlo en un nuevo lenguaje artístico que encuentra puntos de convergencia en la materialidad misma de los objetos, su color y luz.
El desplazamiento de la pintura ha permitido explorar un lenguaje que se elabora desde el objeto unido a la palabra-imagen. Aninat ha ido desarrollando una visualidad que permite presentar los objetos como desplazamiento de la pintura, para sugerir una reflexión artística que adquiere un énfasis social.
Los objetos en Tiempo de espera se sitúan dentro de cajas que los contienen a modo de vestigios arqueológicos. Tal vez por su fragilidad o huella temporal o quizás por su materialidad, colores y tamaño se articulan tanto como re-significación de persona y comunidad, como vestigios de comunidades olvidadas, desdibujadas, borradas de la conciencia histórica chilena. Como si estos vestigios o hilos, hebras casi a modo de textiles ancestrales, dialogaran con relatos de épocas que los han devenido. Estos objetos interpelan al espectador con su presencia y su relato en una relación poética, en un registro temporal. Un relato que contiene, además, un tiempo de narración que, en palabras de Paul Ricoeur, permite la conciencia e identidad narrativa de las comunidades. (997)
En Avenida Las Palomas, el vestigio o archivo se insinúa en el libro-objeto cuyo interior incluye diez cianotipias únicas. El libro se configura a partir de transcripciones de entrevistas realizadas por la artista en las cocinerías cercanas a la Plaza de Armas.
Las cianotipias corresponden a dibujos -que la artista solicita- de espacios en los que han habitado o transitado sus entrevistados. El recuerdo o relato expresado en dibujos aparece contenido y distribuido de diferentes maneras en los libros. Cada cianotipia corresponde a la huella, a la copia de los planos o dibujos que narran espacios casi arqueológicos. Planos del recuerdo o imágenes superpuestas a la imaginación que se imprimen a modo de archivo o registro de luz. Así como la luz y el recuerdo dejan su huella en el papel fotosensible de la cianotipia, con ellos se imprime el relato individual y colectivo de comunidades que recuerdan un pasado lejano en una nueva presencia-relato. La artista permite que la imagen transite en una identidad narrativa relativa al sujeto, a su comunidad y la comunidad presente en la que se inserta con su propia historia. Un pasado que se une a un futuro que sueñan, como diría John Berger (149), una promesa que se funde en los tiempos muertos de la rutina misma de las cocinerías.
Avenida Las Palomas visibiliza al sujeto, visibiliza a la comunidad. Visibiliza un tiempo pasado y un tiempo presente que Aninat re-significa en sus obras. Espacios invisibles, rutinarios y, sin embargo, añorados. Son espacios dirigidos por la inercia de un pasado recordado que se relaciona con imágenes de la rutina presente, tiempos muertos no como “meaningless working hours” (Berger 149), sino como espacios y relatos que se hacen visibles a través de las cianotipias y el relato poético de las palabras. Un tiempo singular colectivo que recuerda a Ricoeur, en el cual las partes de tiempos diversos corresponden finalmente a un mismo tiempo.
Una calle, un plano, un collar son algunas de las cianotipias contenidas en Avenida Las Palomas. Sillas, animales, objetos zurcidos, hilvanados, amarrados, en Ejercicios de espera.
Los objetos recordados o inventados se articulan como una presencia-ausencia de imágenes vividas o imaginadas por la memoria individual representada a través de la huella de hilo contenida en los objetos de Ejercicios de espera o el gesto conservado en los dibujos de las cianotipias en Avenida Las Palomas.
Aninat recoge, organiza, archiva relatos e imágenes como elementos de tiempos individuales, significativos para el sujeto. Tiempos que se transforman además en tiempos colectivos que la artista visibiliza como relatos que, finalmente re-significan una nueva historia, una identidad narrativa que se conserva para permitir su paso de la memoria individual a la memoria colectiva. Objetos-archivos contenedores de historias sobre las que se construyen los nuevos relatos generacionales.
En Avenida Las Palomas, la artista registra, archiva, no desde el hilván, o el zurcido. No desde la amarra como en Ejercicios de espera. El registro es desde la huella fotosensible en su relación poética con las palabras y el relato, una presencia-ausencia como narración del tiempo.
Avenida Las Palomas contiene huellas de luz, frágil en esencia -como los elementos de gran parte de las obras de Aninat- en un intento por conservarlos lejanos al olvido, en un gesto por hacerlos visibles como vestigios de un pasado que se re-constituye en el presente.
En la ausencia del sujeto, en la ausencia de los tiempos muertos de cada rutina, el objeto-libro re-constituye imágenes y relatos, fragmentos frágiles de memorias. Objetos presentes que que visibilizan un pasado desde la nostalgia.
Las cianotipias entrelazan, hilvanan espacios recordados en la rutina cotidiana de una comunidad que ha dejado su tierra, su memoria, para crear un nuevo relato junto a la historia narrada de este país.
Inmigrantes que recuerdan espacios pasados entre los vapores, olores y ruidos de las cocinerías. Imágenes pasadas y presentes.
Imágenes frágiles, imágenes fragmentadas. Relatos y palabras escritas sobre papel transparente en Avenida Las Palomas, bajo las cuales se deja entrever los trazos de las cianotipias, como si cada relato se articulara desde las capas mismas del recuerdo.
La artista re-significa estas palabras a través del sutil gesto de unir papel a la transparencia.
mi casa era como un puente (Aninat 3)
Un contrapunto entre la huella de luz de la cianotipia y la ausencia de luz de aquella palabra o frase en el papel transparente. Así, la artista señala, designa, la luz y su ausencia.
recuerdo la tierra
tres días y medio (Aninat 6,7)
La presencia del relato con palabras que transcurren apenas perceptibles en una inercia interrumpida o destacada por el sutil gesto blanco de las palabras elegidas por Aninat, haciendo visible, de esta manera, el todo desde la parte. Visibilizando la comunidad desde el sujeto.
La misma artista reflexiona “cómo revelar el silencio” (Aninat 54) en que los objetos han sido construidos. Los objetos de Ejercicios de espera han surgido en un silencio cómplice de la sala de espera. Una atmósfera frágil que funciona como imagen velada, una nueva imagen que invita al espectador a mirar a través de con un “matiz poético” (Stoichita 31) otorgado por la dificultad y los filtros de la mirada. Esta nueva mirada, la disposición y agrupación de los objetos en sus cajas contenedoras dialogan con el espectador, al igual que los elementos en Avenida Las Palomas. Su diálogo es desde el silencio de la presencia. Hilos, hilvanes, palabras, imágenes impresas dialogan como filtros o capas de la memoria individual que convive en estas obras de manera poética con la memoria colectiva.
El silencio ha permitido a la artista explorar nuevos formatos en el intento por registrarlo.
Desde este punto de vista, Ejercicios de espera podría pensarse como ejercicios para representar el silencio. Reflexión que lleva a la artista al uso cada vez más fundamental de la palabra unida a la imagen. El silencio de la memoria -ancestral, individual, colectiva- expresado a través de la voz de otros y re-significado por Aninat en objetos que involucran al espectador en una presencia-ausencia. El espectador es testigo y, a su vez, sujeto del tiempo cuyo acercamiento a la obra es desde su propia memoria individual.
Los tiempos y los silencios de Ejercicios de espera y Avenida Las Palomas son fragmentos de lo individual que se unen en una sola voz y en un solo tiempo narrado, en un diálogo silencioso; develado al espectador casi a modo de susurro. A modo de esbozo transitorio que permite la reflexión del espectador acerca de una comunidad y sus partes, como una narración histórica que se re-constituye en el presente individual y colectivo.
Los objetos interpelan al espectador desde el silencio, desde el contrapunto del silencio y el lenguaje. Cada objeto-archivo se transforma tanto en presencia poética del tiempo como en la presencia de una dimensión social del objeto. Una relación que Guy Brett define como nuevas formas de un diálogo “artístico/público” (39).
Quizás podría pensarse este lenguaje artístico/público como la posibilidad de encuentro y registro de una identidad contemporánea chilena que se re-constituye no desde el olvido, sino, como en las obras de Francisca Aninat, a partir de una re-significación poética del tiempo en sus partes individuales y colectivas. Una reflexión que permita hacer visible los relatos e imágenes que, a modo de archivo, dejan una huella -en su silencio y su luz- de la presencia-ausencia de memorias individuales y colectivas.
Valentina Gajardo 2018
Bibliografía
Aninat, Francisca. Horas blancas, Tierra negra. Santiago: Editorial Alexia Tala, 2015.
… Avenida las Palomas. Sao Paulo: Ikrek Ediciones, 2018
Bachellard, Gaston. The Poetics of Space. Boston: Beacon Press, 1994
Berger, John. Ways of Seeing. London: Penguin Group, 1972.
Brett, Guy. “Loosely and tightly bound” Horas blancas, Tierra negra. Santiago: Editorial Alexia Tala, 2015.
Oyarzún, Pablo. Arte, Visualidad e historia. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2015.
Ricoer, Paul. Tiempo y Narración III. El tiempo Narrado. Madrid: Siglo veintiuno de España editores, 1999
Stoichita, Victor. Ver y no ver. Madrid: Siruela, 2005.